Un espacio para escribir

Me gustaría hablar como Aldo Schiappacasse, el hombre me ha hecho una nueva interesada en el fútbol con su estilo. Me gustaría verme como alguna de las Parson, ya saben, desde la cabeza hasta los pies. Me gustaría escribir como Sergio Paz, con su fantástica relación cantidad-calidad. Pero la verdad es que no tengo el don de la palabra del primero, el look de las segundas ni la llegada del tercero. Por eso, a pesar de mi larga resistencia, me entrego al mundo de los blog, el mundo virtual de los sin voz. Y aunque sé que vengo llegando tarde (no saben cuánto me costó encontrar un lugar que no estuviera ya ocupado), espero que sea de algún provecho.

Thursday, July 31, 2008

Teorías de la conspiración de la dueña de casa


La vida de NY está llena de glamour. Ayer, mientras hacía el aseo del baño de mi departamento en Queens, noté que una vez más las mejores ideas se me ocurrían mientras restregaba la tina. Mientras trataba de retener ese pensamiento -que parecía genial- recordé que no es la primera vez que me pasa y que el síntoma se une a otros dos:
- normalmente la idea no es tan buena una vez que dejo esa actividad
- por más que decido que no haré el baño todos los días tiendo a hacerlo igual.
Uniendo todos estos pensamientos concluí que el producto aquel que limpia, desinfecta y (aunque no me gusta) aromatiza mi baño, debe ser adictivo. Después de todo, ¿no es raro algo que parece volvernos creativos por un momento, nos hace sentir bien, después mal y finalmente nos llama a hacerlo de nuevo? ¿Lo harán así para que uno lo use lo más seguido posible, los gaste más y lo compre más? Seguro que eso diría mi madre.
Pero no es la única conspiración posible. Además está la del laundry y los fabricantes de ropa. Acá las lavadoras tienen un solo ciclo de 25 minutos. O sea, nada se lava mucho. No hay remoje, no hay lavado a mano (se entiende, no hay en mi casa, porque no pienso hacerlo). Después de una experiencia uno se da cuenta que todo hay que lavarlo muy seguido, que nada esté muy sucio porque nunca volverá a estar muy limpio. Sumen secadora y tendrán el sueño de H&M y Zara: la ropa muere después de una temporada. Así se lava más y se compra más. Ideal para estar siempre a la moda. Olvídense de tener una pilchita regalona. ¿Estarán los detergentes también en la conspiración?
Ya agradezco no tener aspiradora, plumero, plancha, juguera, microondas y quizás cuantas otras cosas que ni siquiera conozco. Quizás en qué problemas estaría metida.

Thursday, July 24, 2008

Dear London

Creo que se ha menospreciado la angustia existencial que deben tener los británicos con esto de manejar por el otro lado.
Nunca pensé que visitaría la ciudad del Big Ben ni el país del Fish&Fries, pero siendo que un vuelo perdido nos dejó por ahí, no pude más que disfrutarlo.
Esas pocas horas, regaladas por el destino y cobradas mediante tarjeta de crédito, me mostraron que el asunto aquel de la conducción era más grave de lo que pensaba.
No es sólo que se adelanta por el otro lado o que, como peatón, antes de cruzar debes ir contra tus instintos al momento de verificar si viene algún auto que te pueda atropellar (con la consiguiente confusión de cuál era el instinto original y cuál el contrario). Es la permanente angustia al ver que nadie está manejando los autos, con la sensación de que hay muchos copilotos atentos pero el asiento del chofer va tantas veces vacío. Es como una película de ciencia ficción con más suspenso y misterio que las de Shyamalan.
Ahora, en un país donde puedes dejar olvidada tu cartera con las 3 P (pasaporte, pasaje y plata) y encontrarla a la vuelta en perfectas condiciones e incluso con un pequeño nudo para cerrarla (porque además la maldita no tiene cierre), está claro que no hay de qué preocuparse. Yo misma no pensé que alguien quisiera robársela, sino más bien temí que quisieran hacerla estallar por miedo a que fuera una bomba (¡qué tiempos vivimos hijos míos!).
Pero no. Nunca creí que se la robarían y los ingleses que me consolaban en el tren cuando relataba mi tragedia esperando a que los vagones al fin se detuviera (no recomiendo tomar un expreso en un país desconocido, nunca se sabe cuándo necesitará bajarse) me repetían: todo estará ahí cuando llegues. Y yo no les quería decir, ¡pero era lo mínimo que esperaba de ese país!
El asunto en que en un país con tal seguridad, donde reina la certeza de que el día siguiente estará nublado o lluvioso, donde obviamente se terminará la jornada laboral con una cerveza parado fuera de una par… ¿cuál es la angustia? Pues para mí está claro. La angustia es que al manejar por el otro lado deben pensar todo el mundo al revés. Y que nadie está manejando los autos.