Un espacio para escribir

Me gustaría hablar como Aldo Schiappacasse, el hombre me ha hecho una nueva interesada en el fútbol con su estilo. Me gustaría verme como alguna de las Parson, ya saben, desde la cabeza hasta los pies. Me gustaría escribir como Sergio Paz, con su fantástica relación cantidad-calidad. Pero la verdad es que no tengo el don de la palabra del primero, el look de las segundas ni la llegada del tercero. Por eso, a pesar de mi larga resistencia, me entrego al mundo de los blog, el mundo virtual de los sin voz. Y aunque sé que vengo llegando tarde (no saben cuánto me costó encontrar un lugar que no estuviera ya ocupado), espero que sea de algún provecho.

Thursday, July 24, 2008

Dear London

Creo que se ha menospreciado la angustia existencial que deben tener los británicos con esto de manejar por el otro lado.
Nunca pensé que visitaría la ciudad del Big Ben ni el país del Fish&Fries, pero siendo que un vuelo perdido nos dejó por ahí, no pude más que disfrutarlo.
Esas pocas horas, regaladas por el destino y cobradas mediante tarjeta de crédito, me mostraron que el asunto aquel de la conducción era más grave de lo que pensaba.
No es sólo que se adelanta por el otro lado o que, como peatón, antes de cruzar debes ir contra tus instintos al momento de verificar si viene algún auto que te pueda atropellar (con la consiguiente confusión de cuál era el instinto original y cuál el contrario). Es la permanente angustia al ver que nadie está manejando los autos, con la sensación de que hay muchos copilotos atentos pero el asiento del chofer va tantas veces vacío. Es como una película de ciencia ficción con más suspenso y misterio que las de Shyamalan.
Ahora, en un país donde puedes dejar olvidada tu cartera con las 3 P (pasaporte, pasaje y plata) y encontrarla a la vuelta en perfectas condiciones e incluso con un pequeño nudo para cerrarla (porque además la maldita no tiene cierre), está claro que no hay de qué preocuparse. Yo misma no pensé que alguien quisiera robársela, sino más bien temí que quisieran hacerla estallar por miedo a que fuera una bomba (¡qué tiempos vivimos hijos míos!).
Pero no. Nunca creí que se la robarían y los ingleses que me consolaban en el tren cuando relataba mi tragedia esperando a que los vagones al fin se detuviera (no recomiendo tomar un expreso en un país desconocido, nunca se sabe cuándo necesitará bajarse) me repetían: todo estará ahí cuando llegues. Y yo no les quería decir, ¡pero era lo mínimo que esperaba de ese país!
El asunto en que en un país con tal seguridad, donde reina la certeza de que el día siguiente estará nublado o lluvioso, donde obviamente se terminará la jornada laboral con una cerveza parado fuera de una par… ¿cuál es la angustia? Pues para mí está claro. La angustia es que al manejar por el otro lado deben pensar todo el mundo al revés. Y que nadie está manejando los autos.

4 comments:

D J said...

No puedo creer que no te la hayan robado. Evalúa irte a vivir para allá. Yo también lo haré. Es un paraíso para las pajaronas. Aunque claro, lo más probable es que terminemos atropelladas.

M said...

Yo no puedo creer que la dejé. ¿En qué me he convertido?

D J said...

En una pajaroooona. O quizás lo de los conductores fantasmas te distrajo. Mucha información.

Jime said...

Bienvenida al club de las que perdemos cosas en el extranjero, jajaja, en mi caso no fueron las 3 P pero la angustia es la misma (como voy a hacer para salir de aqui??)....en mi caso el polícía bueno de las películas fue el héroe, pero creo que de todas maneras lo hubiésemos encontrado, que rara la sensación, no? especialmente cuando acá el otro día en el super una señora casi me pega porque quité la vista un segundo a mi cartera que había dejado en el carro, uffff.....está claro que empatizo 100% con lo que te pasó y me hizo demasiado sentido lo de los choferes fantasma!! como no se me había ocurrido??......un abrazo a tí y Alvaro...